Juan Modolell (1937-2023)
Juan Modolell, profesor de Investigación ad honorem del CSIC, nos dejó el pasado 28 de febrero a la edad de 85 años y queremos que estas palabras sirvan para reconocer sus aportaciones científicas, su valor personal y como miembro de una comunidad de investigadores y, sobre todo, para celebrar y honrar su memoria.
- Mar Ruiz-Gómez
- Centro de Biología Molecular Severo Ochoa
- Joaquim Culi
- Centro de Biología Molecular Severo Ochoa
- Sonsoles Campuzano
- Centro de Biología Molecular Severo Ochoa
Juan Modolell nació el 4 de marzo de 1937 en Barcelona aunque pasó gran parte de su juventud en Tenerife. Se licenció en Ciencias Biológicas por la Universidad de Barcelona (1959) y en Ciencias Químicas por la de La Laguna (1962), y obtuvo dos doctorados, uno en Bioquímica por la Ohio State University (USA) en 1966 y otro en Ciencias Químicas por la Universidad Complutense de Madrid en 1971. Tras realizar su tesis doctoral en el laboratorio del Dr. R. O. Moore (Department of Biochemistry, Ohio State University, USA) y un exitoso post-doc en el laboratorio del Dr. Bernard Davis (Bacterial Physiology Unit, Harvard medical School, Boston, USA) regresó a España en 1970, incorporándose al Centro de Investigaciones Biológicas como Colaborador Científico del CSIC (1970) y posteriormente (en 1977), al Centro de Biología Molecular Severo Ochoa (CSIC-UAM), fundado en 1975, donde ha permanecido hasta la actualidad.
El trabajo científico de Juan discurrió en dos áreas totalmente distintas. La primera (1967-1980) fue el estudio de la síntesis de proteínas en E. coli y del modo de acción de antibióticos. A partir de 1980, y en una demostración de su naturaleza inquieta y a la búsqueda de nuevos retos, se atrevió a abandonar este campo para iniciar su conversión en un Biólogo del desarrollo. Después de una fructífera conversación con Antonio García-Bellido, escogió como tema de trabajo el estudio de la base molecular de la formación de patrones morfológicos en Drosophila melanogaster, la mosca de la fruta. La aproximación experimental imperante en ese momento era puramente genética. Sin embargo, viniendo de una tradición mas bioquímica, Juan y su grupo utilizaron unas aproximaciones experimentales de Biología Molecular que en esos años empezaban a revolucionar el campo de la Biología del desarrollo, en cuya aplicación fueron pioneros en España. Así, llevaron a cabo el clonaje y la caracterización funcional de los genes del complejo achaete-scute, cuya expresión confiere a las células la capacidad de formar precursores neuronales y a los que bautizaron como “genes proneurales”. De este trabajo se derivaron múltiples conclusiones que han resultado ser de un valor general en Biología. Así, se identificaron las unidades de transcripción y la naturaleza de las proteínas que codifican, se visualizó la expresión espacial y temporal de los genes proneurales y se demostró que ésta depende de la existencia de elementos reguladores de ADN que actúan como “enhancers” (los primeros identificados en genes reguladores del desarrollo). Estos trabajos fueron paradigmáticos para entender cómo la generación de patrones morfológicos de elementos nerviosos estaba “codificada” en el ADN, y permitió la posterior identificación de este tipo de genes en otros invertebrados y vertebrados, demostrando la universalidad de la función proneural. El trabajo de Juan no terminó ahí, y en los últimos 15 años de su vida profesional contribuyó de manera significativa a la caracterización de genes reguladores de la expresión y función de los genes proneurales, como son emc, pnr, los genes del complejo iroquois (también implicados en la especificación de territorios tanto en vertebrados como en invertebrados), ed, msh, chn y tup. El conjunto de estos trabajos permitió elaborar un modelo de desarrollo del sistema nervioso de validez universal en Biología del desarrollo, en el que los genes se ordenan en jerarquías de regulación que conducen a la generación ordenada de los diferentes tipos celulares que conforman un organismo.
Además de estar plenamente implicado con el trabajo de su laboratorio, Juan utilizó su creciente reputación y prestigio para participar en diferentes iniciativas internacionales, entre las que queremos destacar la elaboración del mapa físico y la secuenciación del genoma de Drosophila. Juan desarrolló una importante función de mentor de varias generaciones de científicos, tanto de los miembros de su laboratorio, a los que consideraba su segunda familia, como de otros investigadores que se beneficiaron de la experiencia y del excelente ambiente científico de su laboratorio a través de estancias. Todos estos científicos hoy forman una escuela activa en diferentes centros de investigación tanto españoles como extranjeros, y todos ellos fueron en cierta medida marcados por el entorno científico de calidad, atrevimiento y excelencia que Juan supo mantener durante décadas en su laboratorio del CBMSO.
Afortunadamente, su labor científica fue reconocida con muchos premios y distinciones: Premios de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales (1993), de la Fundación Carmen y Severo Ochoa en Biología Molecular (1994), DuPont para el Fomento de la Ciencia (2000), Rey Jaime I de Investigación Básica (2002), Fundació Catalana per a la Recerca (2003) y Nacional de Investigación Santiago Ramón y Cajal en Biología (2006) y medalla Narcís Monturiol al Mérito Científico y Técnico de la Generalitat de Catalunya (1996). Juan Modolell era además miembro electo de la SEBBM, SEBD, SCB, EMBO y Vavilov Genetic Society (Rusia), y formó parte de los comités científicos asesores de EMBL, IRB, CRG, CABD, Alto Consejo Consultivo de la Generalitat Valenciana y del Consejo evaluador de ICREA. También ha sido delegado del MICINN en la EMBO Conference y en el EMBL Council.
Finalmente queremos destacar que Juan fue capaz de compaginar su intensa y excelente actividad científica y su dedicación a su familia con sus múltiples aficiones entre las que destacan su amor por la fotografía, las mariposas (las coleccionaba y las fotografiaba), la astronomía, a un nivel casi profesional, sus viajes, que planeaba con detalle y mimo para él y para sus amigos, y su amor por los libros antiguos, especialmente libros de viajes. Todos los que tuvimos la suerte de conocerle, le recordaremos no sólo como un excelente científico sino sobre todo como a una gran persona que a pesar de su prestigio nunca perdió su capacidad de escuchar y aconsejar, de compartir su tiempo y sus conocimientos y ser siempre respetuoso con las opiniones de los demás, en suma, un caballero de la ciencia al que recordaremos siempre con afecto y admiración.