MARÍA TERESA MIRAS PORTUGAL Catedrática de Bioquímica y Biología Molecular de la UCM
«La universidad española necesita una profunda revisión»
María Teresa Miras Portugal es una de las grandes damas de la ciencia española. Lo atestiguan sus más de 200 artículos de investigación publicados en revistas de impacto, además de una labor docente e institucional de valía contrastada. En 2012 fue nombrada presidenta del Comité de Expertos para el estudio de la necesidad de reformas en la universidad española. El informe, un compendio de propuestas de mejora, fue librado la pasada primavera. Más allá de su contenido, Miras se muestra crítica con la situación actual y reclama una profunda revisión del sistema universitario español.
Xavier Pujol Gebellí
- Xavier Pujol Gebellí
Faros de libertad
María Teresa Miras Portugal (Carvallino, Orense, 1948) se siente profundamente satisfecha con su carrera docente e investigadora. Diríase que lo suyo más que vocación, es pasión. La misma que en sus primerizos años la llevó de Santiago de Compostela, donde inició su carrera, a Madrid. Era la década de los sesenta, y de su Santiago recuerda que añora un cierto aire de libertad. «En la periferia se respiraba más libertad que en el centro, enclaustrado todavía en un aire muy mesetario.»
Tras terminar la carrera en Madrid, se marcha al entonces Centro de Neuroquímica de Estrasburgo. La vuelta, un tiempo después, pese a conseguir plaza en el laboratorio de Alberto Sols, «fue dura». Había renunciado a un contrato en Francia a cambio de la incertidumbre del país. De Madrid a Murcia, donde aprende «la riqueza del Mediterráneo», y luego de vuelta a Madrid, a la Facultad de Veterinaria de la Universidad Complutense, donde sigue muchísimos años después.
Con el tiempo acumula méritos científicos más que notables: 220 trabajos de investigación publicados en revistas con índice de impacto y casi 6000 citas acumuladas. En su haber como neurocientífica destaca el ser iniciadora de nuevas líneas, una de las cuales, asociada con el crecimiento de los axones y la diferenciación neuronal, le ha valido una patente internacional para epilepsia refractaria.
En el ámbito institucional, además de su paso por la SEBBM, destaca su presidencia de la Real Academia Nacional de Farmacia, puesto que ocupa durante dos mandatos. «Allí me he encontrado gente como yo, que han sido resistentes frente a todo, los que han trabajado toda la vida, los que disfrutan del conocimiento.» Del papel de las academias en España, entiende que deberían ganar en protagonismo, a la par que en agilidad: «si se les da un poco de juego, las academias pueden ser el elemento de libertad que necesita el país», reflexiona.
Y como presidenta del Comité de Expertos que ha elaborado el informe titulado Propuestas para la mejora y reforma de la calidad y eficiencia del sistema universitario españoldestaca la voluntad de entente de todos sus miembros, «pese a las discrepancias». Algo que echa de menos en otros ámbitos. «A veces pienso que a todos nos falta visón de futuro.»
«Hay que ser capaz, valiente y competitivo»
¿Se resiente la calidad docente con todos esos problemas acumulados?
Muchísimo. Porque no se va seleccionando. Lo que tuvo de bueno la universidad, al menos en esa época heroica en la que casi no había universidades, es que muchos salimos al exterior y aprendimos de la exigencia. Había ilusión y compromiso, y aunque bien es cierto que no eran todos, la mayoría venía con ganas de construir universidad. Se formaban departamentos, gente, se buscaba dinero para equipamiento o becarios… También se iba seleccionando, pero era en positivo. Tal vez porque no había más remedio. Y ahora nos encontramos que gente que llevaba 20 años sin un proyecto de investigación o que no ha publicado desde nunca o que apenas ha dirigido una tesis, ahora es catedrático acreditado…
Algo no funciona bien, pues.
Claro, porque vas acumulando y no es a favor, sino todo lo contrario. Lo que ahora uno se pregunta es cuántos años, seleccionando del mejor modo, va a ser posible revertir la situación. Es que ni seleccionando a los que cumplen los criterios de Shangai ese momento va a llegar pronto. Por supuesto, no antes de 20 años.
El momento al que alude era de construcción.
Se estaba en proceso de construcción de casi todo. De una universidad, de una sociedad, de una democracia… Y hacíamos ciencia de calidad, que es la que te lleva a la excelencia. Y también se construía pensamiento de calidad.
Esta generación está extinguiéndose ya, la biología no perdona.
Efectivamente, aunque los que quedamos seguimos pensando igual. No creíamos ni creemos en un profesor de universidad mediocre, empequeñecido o trágico, que esta parece que sea la imagen actual. Y hay que ser capaz, valiente y competitivo. Aprendimos a sacudirnos los complejos.
¿Hay relevo?
Sí lo hay. Lo que pasa es que muchos, entre ellos yo, no nos retiramos porque seguimos haciendo cosas muy bonitas. En mi caso, una patente para epilepsia refractaria. ¿Cuándo antes soñamos con tener algo así?
Se le ve un cierto aire de rebeldía ante la situación actual.
Pues sí, nunca me he conformado. De mi padre he heredado esa sabiduría del pueblo, pasada por el tamiz de la universidad de filosofía y de derecho. Padeció la Guerra Civil y se convirtió en un superviviente nato. Y así soy yo. Me gusta la ciencia, que mis clases sean buenas, que pueda formar a mis alumnos de una forma correcta y honesta. Y plantar camelias en Galicia. Lo otro, el aullido, no me interesa.
Fotos: Alberto Cubas